MUSTIO PRESAGIO O LOS LÍMITES DE UN DISCURSO
Pablo Delgado U.
Las evidencias sobre Baldomero Peru, son sólo signos esparcidos en un Valparaíso lejano y poco vidente a la hora de reunir acontecimientos en hechos que pudiesen darnos pistas o signos, de una elocuente vivencia de este autor que estuvo merodeando cerros y orillas de playa por los setenta. Es un creador al borde de lo maldito en la poesía chilena. Prematuramente desaparecido, poco plausible y gestor de una bruma poética poco reconocida por sabedores, desdeñadores o inquisidores de fusta a la hora de desasirse de antologías.
Creador de Mustio Presagio, pieza única que consolida su acercamiento a la ya tan bullada, vasta y sumida marea de creadores de poesía que hicieron en ese entonces, un discurso plebe, consanguíneo y mutante para referirse a sus pares.
Nacido en Valparaíso, según testimonios veedores que lo califican como “melancólico, casi nocturno en su transito por la vida”. Este poeta arribó a esta ciudad en 1956, siendo ésta su primera residencia. Posteriormente su familia se trasladó a El Salto en la ciudad de Viña del Mar. De allí su deambular entre los mapas de estas dos ciudades.
Su infancia merodeó en textos de naturalezas muertas y pintores renacentistas que no merman su fecunda creatividad. Seguidor de libros de botánica, educación pre escolar, historia universal y manuales para criar conejos, se prodigó de ciertos afanes melancólicos que arrastró hasta sus últimos días de bohemia y disidencia entre las calles, en ese entonces, barrio chino de Valparaíso.
Adolescente, su quehacer literario se fustigó de autores de la talla de Mallarme, Eluard, Trakl y otros creadores prodigando por otro lado un inquietante acercamiento a la obra de nuestro Teillier.
Baldomero Peru, autor que se margina arbitralmente del quehacer local dice: “Nada me es ajeno, he descubierto lo que ya se ha descubierto por otras voces; poseo el don de convertir los gestos, las vicisitudes y los descalabros mutantes en tránsito que versa mi poesía.” Así se posesiona de disyuntivas para crear sus primeros textos: “Fuertes alzas imperan y merman el presupuesto familiar”. Esta insinuante pigmentación prevalece en sus afanes como signo permanente de su obra. La mezcla del paisaje social y contingente transferido a signos haciendo que el tiempo y la figura femenina además, se encausen en su andar poético y, no decaigan a la hora de determinar su intención verbal. “Encontrada con múltiples heridas que acabaron con su vida, mujer de aproximadamente 30 años permanece sin identificar en una de las salas de atención publica de esta ciudad.”
Los atardeceres de Baldomero Peru, por cierto siempre cerca de los muelles, lo prodigaron de características prodigiosas con respecto a sus congeneres de verba poética. Caminante perpetuo de calles y pasajes donde se ilustraba conectado a sus lecturas predilectas. Visitador asiduo de bares, locales o casas, donde convergían sus creaciones entre copas y conversaciones de tópicos que hicieron de él, un mito urbano como muchos otros personajes que deambulan por las calles y sitios diversos de esta ciudad. Valparaíso, como planicie de hojas detonantes, abiertas y húmedas por el mar, fue su receptor para la creación de su poesía, hecha mustiamente entre roqueríos. Sus palabras tejieron el rito metálico del cemento. Memoraron su geografía lingüística en un enjuague versado que dio una perpetuidad a sus textos. Diáfana urbanidad en los bajos fondos del puerto. Aun en viejas paredes, muros a punto de caer, laberintos asimétricos que encausan la entrada hacia los ascensores, baños públicos, escaleras desechas por el tiempo, puertas corroídas de pigmentado quehacer se encuentran sus textos. Vocablos de poesía que enuncian su discurso voceado nunca tardíamente por los jóvenes de hoy.
A sus veintiún años, su camino prodigó una inquietante interrogación respecto del quehacer poético porteño. Otros autores prodigaron otros afanes en la poesía y sus discursos, más bien retóricos, o elocuentes se manifestaron en lo político y amoroso. Generación emergente, nn. Él en todo caso, mustió la verba en situación de yuxtaponer un género contra otro y en lo posible no parecer poético lo que ya estaba convertido en poesía.
Fotógrafo sin cámara, insinuó la xilografía de las calles como soporte gráfico para obtener su única ilusión: su irrealidad como sujeto en la selva porteña, dejando despeñar el convencimiento de que su vida estaba trunca para más tiempo. Se cobijó en los sitios más inverosímiles para germinar su poesía y mutarla en parte del paisaje.
Este autor, excluyente de generaciones, voceó su pear en gesto urbano dejando el presagio de que su trámite no terminaba en la página en blanco o en la edición limitada del libro. Voceó la contingencia y la premura del párrafo, de la columna periodística, de la crónica roja, de la crítica literaria, del aviso comercial y del abismo poético de su discurso en muros y paredes como ya he dicho anteriormente. “En venta terreno, 420 metros cuadrados con harto verde y mirada al mar”
Antepuso la tesis del vocablo sólo atrevido al papel para un lector pasivo, y no intervensionista como sucede para un soporte urbano, gestual, arquitectónico, irracional o estático y de no impulsor de emociones lictuales como in situ, donde la gestualidad del lector cobra una relevancia mayor como signo determinante para validar su obra. Este creador propuso una contraseña hacia la página escrita como tradicional, y volcó esa premisa de escribidor en otro tema para continuar como tipógrafo transfiriendo su escrito al metal rústico de la página en la linotipia.
Ya su poética es controvertida para doctos, curadores, críticos, filósofos, coautores, ensayistas y premonitores de antologías del parnaso mecual como suele suceder en el ámbito de la movilidad creativa donde no están todos, ni son todos los que están. Entonces, reducir su articularidad como poeta a la explanada de la ciudad, no valida su alejamiento póstumo como autor de un discutible discurso de antología. Su obra no está reducida a ser reconocida por lectores furtivos o certeros francotiradores que emularon su discurso mas allá de las paredes como soporte o aquellos que intervinieron en su trazado urbano para luego desfallecer en el anonimato.
Bástese entonces, que este autor ha contribuido con su mensaje a dispersar un tratamiento poético versado en la superioridad del contexto. Su trajinar ambulativo contradice el posesionarse en la página en blanco o discutir los trajines que puede tener un texto a la hora de manifestarse. Mustio Presagio, valida a un creador en la poética discursiva que con la elocuencia inminente rastreó su verso tapiando sin limites una ciudad.
Pablo Delgado U.
(Publicado en Revista El Puñal y en el fanzine Alias & Co.)
Diciembre 2008